Yara Piras

Las cosas, entidades y sujetos existen como entidades distintas y separadas, cerradas dentro de límites, pero se relacionan entre sí, se interpenetran, así como la identidad y la otredad se interpenetran inevitablemente. Sin embargo, el cambio—que ve a la otredad directamente involucrada en un proceso de formación—no ocurre por casualidad, sino siguiendo una dirección de valor universal. La etimología de la palabra identidad, derivada del latín tardío identĭtas -atis como derivación de idem (“el mismo”), sugiere una definición: el conjunto de datos personales característicos y fundamentales que permiten el reconocimiento o garantizan la autenticidad, especialmente desde un punto de vista administrativo o burocrático. Esta simplificación eficiente del concepto de identidad ha permitido que la sociedad se lo apropie: de hecho, hoy los individuos se describen dentro de nuestro contexto social mediante datos e información. Esta interpretación utilitaria de un concepto tan personal ha transformado, a su vez, la percepción que los individuos tienen de su propia individualidad.